Popayán, historia y cultura

Un dia como hoy, 26 de agosto de 1897 murió en Liria, España, Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars, llamada “una madre para los ancianos”. La Santa en compañía con el canónigo Saturnino López Novoa establecieron la comunidad de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, obra destinada a recoger a los ancianos sin familia y sin medios de subsistencia. El Hogar (para ancianos) del Divino Niño de Popayán es regentado por ocho hermanas de la comunidad de Santa Teresa.

A

HOGAR DEL DIVINO NIÑO

De: Mario Pachajoa Burbano

La Santa nació en Aytona, España, el 9 de enero de 1843 y era hija de Francisco Jornet y Antonieta Ibars, sencillos agricultores de la región. La primera casa la fundaron en 1872 en Barbastro, con algunas jóvenes, entre las que estaba la hermana de Teresa. El 27 de enero de 1873 la Santa y otras once compañeras con los mismos ideales tomaron hábito y a Teresa la designaron como Directora General. En 1876 Roma dio su aprobación oficial al instituto. Las casas fundadas por esta nueva congregación se extendieron rápidamente: en 1882 eran 27; en 1892 eran 91, expandiéndose a Puerto Rico, Colombia, Cuba, Perú, México. Cuando murió la Santa eran ya 103 y 1.260 hermanas.

Una idea de cómo era Teresa nos la da lo que cuentan de ella, cuando probó la comida para los ancianos en la cocina. Al estar los garbanzos duros, le dijo a la cocinera: “Mire, hermana, si usted quiere mortificarse, mortifíquese; pero no mortifique a los demás; esfuércese por condimentar bien el cocido”. Y escribió a las Hermanitas: “Cuiden con esmero a los ancianos, téngase mucha caridad, y observen fielmente las Constituciones”. A los que le reprochaban que se ocupara de los más humildes oficios, respondía: “No hay nada pequeño cuando se trata de la Gloria de Dios”. Cuando le decían que emprendía obras con un atrevimiento casi temerario, se sonreía diciendo: “Mientras más pobres haya, habrá más bienhechores”. Tenía el secreto de su paz interior inalterable en medio del tráfago continuo, en sus palabras: “Dios en el corazón, la eternidad en la cabeza, y el mundo bajo los pies”.

En 1958 Pío XII la declaró beata y en 1974 Pablo VI la canonizó.

El Liberal del 25 de agosto, con motivo del aniversario de la comunidad, publicó el artículo que reproducimos más adelante.

Nota: en esta oportunidad no tenemos las direcciones y nombres de la persona o personas del Hogar, de Popayán, encargadas de recaudar las contribuciones para esta noble causa de amparo a los ancianos. Invitamos a nuestros lectores nos suministren nombre y dirección dónde encausar donaciones para El Hogar del Divino Niño, con el fin de hacerlos conocer de las personas que deseen contribuir en esta obra.

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Celebración patronal
Misión vocacional con la ancianidad

Con una integración cultural los abuelos del Hogar del Divino Niño de la comunidad de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, celebrarán el 26 de agosto el día de su patrona Santa Teresa Jornet e Ybars, fundadora de esta misión vocacional desde hace 120 años en el mundo.

Es así como se programó una eucaristía que inicia a las 11:00 de la mañana, a la que podrá asistir toda la ciudadanía, para luego compartir con los adultos mayores residentes un almuerzo.

En horas de la tarde los abuelos del Programa Re-Medios para la Memoria del Fondo Mixto de Cultura, quienes se vincularon a esta conmemoración, se presentarán con el grupo de chirimía Los Históricos y otros amenizarán con cantos y declamación.

Desde hace 10 años esta comunidad llegó a Popayán para atender a esta población vulnerable que no tiene los medios para sobrevivir y han sido abandonados por la familia, la sociedad y el gobierno a su suerte.

Ocho son las Hermanas que asisten a 100 ancianos gratuitamente gracias al aporte mínimo de apenas cinco benefactores y a la limosna que les da la gente cuando cuatro de ellas salen a buscar el sustento diario.

Para Sor Aura María Caro, levantar el alimento para esta cantidad de abuelos se debe según expresa, al “milagro de la divina providencia y la generosidad de las personas caritativas”, puesto que se necesitan 15 millones de pesos mensuales para sostenerlos.

Por ello las Hermanas se lanzan a luchar desmedidamente por cumplir con su misión de proteger y atender integralmente a muchos ancianos indigentes que llegan al Hogar y también a aquellos que por una u otra causa no tienen en la vida a alguien que les de la mano para ofrecerles una ayuda incondicional.

Aunque la casa del Hogar Divino Niño tiene unas instalaciones amplias, confortables y agradables, poseen un problema de deterioro en el techo que se hace notar en temporada de lluvias, cuando las goteras invaden las habitaciones y pasillos.

En este aspecto según dijo la Hermana Aura María, se hizo la solicitud al Ministro de Salud para el adecuamiento de la planta física, pero hasta el momento no han recibido una respuesta.

Sin embargo, pese a todas estas dificultades, todavía cuentan con la esperanza y la confianza en su Santa patrona “Nuestra Señora de los Desamparados”, quien nos las deja “desfallecer”, pues siempre hay 300 platos de comida en la mesa y personas solidarias que se acercan al Hogar para ofrecer mercados o ropa para los abuelos.

Por ello las Hermanas hacen un llamado a los payaneses que quieran vincularse a esta causa sin ánimo de lucro.

Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars

CARLOS VICENTE TAPIA MOSQUERA

De: Mario Pachajoa Burbano

Carlos Vicente Tapia Mosquera, poeta payanés, nacido en México (1967), e hijo del Dr. Tapia y Nora Mosquera, es Licenciado en Literatura y Lengua Española por la Universidad del Cauca, entre otras cosas, ha publicado su libro de poemas “Prosaico y versaico” con sus versos en el periodo de 1998-2004.
Rodrigo Valencia Quijano ha escrito un articulo Especial para El Liberal que contiene sus comentarios sobre el libro. Nuestros agradecimientos para Rodrigo por facilitarnos su interesante escrito.

“La alegría tiene el deber de tomarse la palabra”, me anota Carlos Vicente Tapia en el autógrafo de su libro de poemas Prosaico y versaico, publicado el año pasado, como recopilación de poemas entre 1998 y 2004. Con esto y el título ya se adivinan propósitos sin enmienda; y más, aún, cuando da constancia de sus “deliciosas” fuentes, “en los queridos Maestros” Francois Rabelais, Oliverio Girondo y Nicanor Parra, de los cuales yo sólo he leído al genial Rabelais, en su mundo lleno de pantagruelismo.
Es decir, desde un comienzo y la primera lectura que hago, sin pretensión de pasar a mayores significaciones, puedo decir que el nervio de la risa amenaza en cualquier página, propósito que no es fácil sin caer en lo vulgar; pero la escritura de Carlos Vicente Tapia, muy seria en su liberalidad, es una reflexión espontánea a la vera de imposiciones y normas estrechas y rígidas, porque, “para el mismo autor, representa un ejercicio de liberación de palabras y fantasmas internos”, expedito para decirnos, en palabras de poema y pantalla de portal internético, además, cualquier ocurrencia que concibe su imaginación, no ajena al mundo práctico, cotidiano y corriente del devenir humano.
Cualquier evento puede ser prosaico pero convertido en “versaico”, toda vez que el ingenio del versificador lo logre, como lo hace Carlos Vicente. “Versístico”, corrige él mismo, si nos atenemos al término correcto. Alguna situación erótica, algún “ejercicio intercalado de amor”, incluso la “nostalgia”, aquí se convierten en espacios para erradicar definitivamente la ceremoniosa “seriedad” que nos compromete con la tristeza.
Puede haber idilio virtual entre el escritor y la computadora : Ni la más avanzada tecnología puede encubrir tu espacio / escote sideral / senos gaLÁCTICOS. / Ni mis eróticas intenciones de entrar en tu disco duro / para programarte un amoroso placer / como nunca se ha sentido / en el trayecto eléctricamente emocionado / del cable que te conecta a mi energía.
Hasta el “horror” es pálpito de mofa: (…) / y Drácula entra… / y se orina / sobre la tenebrosa página de cera / y el escritor que el castillo habita / del puro susto se vomita / sobre la espectral presencia / que espantada se esconde a prisa / mientras se ilumina la cinematográfica escena / y el ¡corte! Del director / devuelve el castillo a la foto / y al escritor al guión / para volver a filmar / sin asombro / el rito horroroso / de un vampiro que mea.
Hay allí “poesías ebrias de electricidad”, trastornos del lenguaje: tu vello bello púdico que impúdico publica mis emociones…y, en fin, todo un mundo para derogar incluso el pudor: En el infinito / cabría / mi sol de orgullo / gimiendo entre tus tetas.
Sin embargo, como en todo ámbito del ser, no falta alguna queja triste: Ahora vendrás sola a mí / y no / encontrarás sino la nada, (…), lo que nos hace confirmar que lo humorístico no subsiste sin algún reclamo de la nostalgia, que de algún rincón procede con su duda gris; tal vez, en este caso, del silencio que acontece cuando se conecta la realidad con su mundo de recuerdos y la gravedad de la existencia. Y entonces el libro deja de ser virtual en la pantalla o real en las manos del lector, para escudriñar el espacio oscuro del alma, de donde procede, paradójicamente, con todo su verbo montaraz, eficaz contra las caras largas y los sellos patéticos del día.
Carlos Vicente Tapia Mosquera, poeta payanés a pesar de haber nacido en México (1967), es Licenciado en Literatura y Lengua Española por la Universidad del Cauca, entre otras cosas. Me cabe la pregunta, esa sí prosaica, de si su nervio jocoso le viene de su pariente antecesor Alberto Mosquera, el de los Disparatorios.

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